Amo estar justo en este instante, en este planeta, en este cuerpo y estas circunstancias. Pese a que muchas cosas puedan hacerme dudar, me entristezcan o me duelan, pese a que muchos me digan loco, pese a que sean duros momentos y queden los más duros. Aún así, amo haber elegido esta vida y cada error o acierto forma parte de mí. Amo lo que soy, amo quien soy, gracias a quien deba dárselas por todo esto.

Es cada vez más frecuente que sienta un extraño vínculo con todo, un amor complejo de explicar por una lluvia que me moja, un pájaro que vuela, en café caliente o por que el coche arranque cuando lo necesito. A veces me siento raro pero dentro de la rareza me siento cómodo y, lo que es más importante, agradecido y feliz. Cada cosa es un regalo, lo pequeño y lo grande, lo positivo y lo aparentemente negativo.

Cada día me doy más cuenta de que nada es bueno ni malo, y despierto ante la relatividad de todo. La vida me ha enseñado a ver con diferentes perspectivas, a ponerme en la piel del otro, y eso me ha enseñado más rápido, pues era como estar dentro de muchos y entender sus posturas, sus porqués. Pese a eso mis errores siguen siendo comunes aunque debo reconocer que aprendo mucho de ellos. La conclusión es que mis errores son parte de mi aprendizaje y no puedo ni obviarlos ni evitarlos; forman parte de mí.

No podría ser otro, y si me obsesionara con que podría ser mejor no estaría aceptándome. De cara al futuro tengo muchos detalles que pulir, pero mis más grandes fracasos me han llevado a valorar mis más humildes éxitos, sobre todo los pequeños, los cotidianos. Todo lo que más me ha hecho daño en esta vida me ha hecho más fuerte y me ha enseñado grandes lecciones. De alguna manera amo también todo eso, todo lo malo, o lo supuestamente malo.

Sea como fuere amo todo y aunque a veces pierdo los nervios, como todos, ese extraño amor no cesa, sino que crece día a día. Me contemplo absorto mirando una gota de agua o me enamora una niebla cuando voy a llevar a mi hijo al colegio. Entonces regreso a casa, tomo la cámara y vuelvo a ese lugar para perderme entre árboles y matorrales envueltos en escarcha. Eso pasó hace unos días y lo más hermoso de saber algo de fotografía es poder compartir lo que mis ojos y mi corazón contemplaron. Aquí lo tenéis todos. Gracias.

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