Algunos me han criticado que exprese mis opiniones aquí, en público, en Facebook y demás lugares. Lo hago porque todo lo que tengo puede desaparecer y mis privilegios esfumarse. Ahora que algunos miles leen este blog diariamente soy más útil que cuando no se pueda hacer. Ahora lo hago porque otros no pueden y quisieran hacerlo si estuvieran en mi lugar.

Soy un privilegiado. Tengo un trabajo maravilloso y gracias al cielo no me falta el dinero para proteger a los que soy responsable. Podría tener una postura cómoda, como muchos, y pedir que todo siga así, que está bien. Pero la realidad no es esa, no la de la mayoría. Muchos en situaciones cómodas como la mía no quieren que nada se mueva, se estancan, se duermen, caen en la trampa. He escuchado a muchos criticar este movimiento porque algunas de sus peticiones son absurdas. Sí, muchas lo son porque se entremezclan con las verdaderas, como siempre, pero uno debe ser sensato y saber distinguir lo posible de lo estúpido. Si nos entretenemos en eso hemos perdido.

Todo esto va más allá, más allá de un simple cambio político, de un cambio social, incluso de un cambio humano. Poco a poco veremos por qué está todo cambiando, pues se cumple un ciclo. Todo son ciclos, son cambios constantes en círculo. La base de todos los cambios futuros es la economía. No podemos cambiar primero la educación, ni la sociedad porque dependen de la economía. Para que todo lo demás cambie es la economía la que debe sanarse. La gente si no tiene para comer no va a pensar en otra cosa. Por eso lo que pedimos cambie es inicialmente la economía y esta está completamente ligada a la política lamentablemente.

El dinero no es malo, tan sólo hay corrupción en los estamentos de poder que manejan cómo se mueve ese dinero, es decir, los políticos, que son los que controlan la economía y dictan sus leyes. Tan sólo hay que cambiar las leyes, hacerlas más razonables, lógicas y justas para todos, no sólo para los que más tienen. Luego vendrá todo lo demás, solo, sin casi quererlo; desde las reformas sociales, humanas, educativas hasta las científicas, filosóficas y espirituales.

La esencia de lo que pedimos los indignados es con qué estamos indignados. La clase política está envenenada con los intereses económicos de esos mismos políticos y los pseudopolíticos que manejan la política real en la sombra que son las grandes industrias. Sí, esas que tienen sus intereses por encima del mismo ser humano, la naturaleza y el mismísimo futuro del planeta. Todo eso sí que es una locura. Destruir el mismo planeta por ganar más dinero con petróleo, la energía, las armas, los medicamentos y los alimentos. Si os fijáis son esos poderes los que rigen el mundo y si investigáis conoceréis cosas que os sorprenderán acerca de esa gente y su locura.

El futuro está en nuestras manos y podemos quitárselo a esta gente, por muy poderosa que parezcan. Ellos tienen un miedo, algo les da pánico. Y no es más que conocer el futuro, como muchos más, y saber que se les acaba el juego. Por eso comenten actos tan locos, tan carentes de lógica, tan suicidas. El ciclo se cumple y ellos van a terminar. Ahora depende de nosotros cómo se desencadene ese cambio y lo que nosotros vivamos.

Nuestro proceso evolutivo es personal, pero está atado al de los que comparten nuestro camino, sobre todo con nuestros actos, con la intención. Si somos egoístas viviremos momentos egoístas, y por lo tanto, sufriremos. Lo que uno da es lo que recibe y esto se acrecentará cada vez más. Se avecinan importantes cambios, algunos muy dramáticos.

Algunos tenemos una extraña capacidad que nos hace intuir y a veces ver lo que va a pasar (no me refiero a mañana por la tarde, sino algo muy opaco y más lejano en el tiempo). Para muchos esto piensan sería un don, para otros os aseguro que no tanto. Además es una locura porque lo que hacemos en el presente modifica el futuro que se ve, a veces un poco y a veces mucho. He aprendido con los años a guiarme por el corazón y a hacerlo lo mejor posible para evitar lo desagradable. En sí esos caminos desagradables no son más que formas de aprender, pero más duras. Mejor aprender despertando y más feliz, ¿no es cierto? Igual le pasa al planeta, hemos estado ciegos y hemos escogido el método desagradable, pero podemos suavizarlo un poco.

Lo que tenga que pasar pasará, pero podemos cambiar algo, algo muy importante. Cuanto más luchemos por el cambio hacia la luz esa intención nos provocará estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, de forma que todo este cambio para muchos será dramático y para otros no tanto o casi todo lo contrario. Todo depende de nuestra disposición, de nuestra apertura de corazón, de aceptar o no lo que está sucediendo. Negarlo es remar en contra, no comprenderlo es cerrar los ojos y todo lo que está pasando es muy evidente.

Viviremos en el futuro que ahora nos labremos. Tenemos un compromiso si queremos vivir en un mundo mejor. Y el compromiso comienza con no avergonzarnos por luchar, a nuestra manera, en nuestra medida. Yo lo hago desde mi propio trabajo, aquí en este blog porque me comprometo. Yo viviré en ese mundo porque lucho por él pero muchos se duermen, protestan con la boca chica o directamente no analizan nada y se esconden bajo el amparo de su aparente comodidad. ¿Hace falta que te lo quiten todo para que luches? Yo no soy tan estúpido, prefiero hacerlo ahora que no me falta el pan, porque puedo dedicarme con más entereza, con más fuerza.

Ante todo se trata de aceptar y aceptar es amar como amar es aceptar. Aceptemos que las cosas son así y que tienen que cambiar, aceptemos el cambio, aceptemos el que debemos implicarnos. Aceptemos que no hay ni buenos ni malos, sino que todo es un proceso y cada uno toma un papel, como en un juego de rol. Los que tomaron personajes malvados quizás no lo sean tanto y se trate más bien de que son manipulados, como nos pasa a todos, y quizás aceptaron eso para aprender, para crecer, para evolucionar porque no entendían hacerlo de otra forma.

Aceptemos que somos privilegiados por asistir a estos momentos históricos y aceptemos que hemos «elegido» estar aquí, hace mucho tiempo. Aceptemos, es decir, amemos… dejemos de odiar. Yo no odio a nadie. He aprendido que cuando alguien me repugna o me cae mal es porque algo de esa persona me recuerda a algo de mí que debo aceptar y quizás cambiar. Aceptemos todo lo que está pasando y aceptemos nuestro compromiso con el cambio. Pongámonos manos a la obra. Estamos en tiempos de REVOLUCION, pero la revolución es en sí RE- EVOLUCION. Volvemos a evolucionar, a andar, a caminar… porque nos habíamos estancado. Caminemos juntos.