Amo la niebla. No sé, tiene algo mágico, algo que me mueve a desvelar qué oculta tras de sí. Fotográficamente la niebla es magia pura, porque esconde cosas y la luz se vuelve especial, muy especial. Es un camino hacia el infinito, porque ni siquiera hay horizonte. Caminar y caminar hacia la densidad, adentrándonos en la nada, en la nube. Estoy planeando cómo jugar más con ella, y aunque es complicado porque dependo de la naturaleza seguro que algo se me ocurre. Quizás mi amor por el desenfoque selectivo y los tillshift tienen algo que ver con la niebla.