No sé qué tiene México que me atrae tanto. La mística, la magia… el olor intenso que casi se saborea a picante, el color vivo que casi se puede escuchar, el sonido suave que casi se materializa. Regresar a México es profundizar en una parte de mí, porque cuando uno viaja se halla con otras partes de su ser con los que no suele tratar.
Dicen que viajando se conoce uno a sí mismo, y es justamente por eso, porque aprendemos a reaccionar en lugares muy diferentes de los que solemos deambular y porque a veces nos hallamos siendo de otra manera que no nos habríamos permitido en casa. De la mezcla de ambas surge ese conocimiento, porque somos más nosotros, sea lo que signifique eso.
Cuando viajo hago dos caminos, uno hacia mi interior y otro hacia el destino al que voy. México es introspección, es un respirar profundo en que el aire te da vida y te ahoga al mismo tiempo. Es saber tus límites, saber quien eres. Contrastes, por todos lados contrastes, como igual de contrastados somos nosotros, por dentro, por fuera.
Fui a dar dos seminarios, en DF y en Veracruz, y para iniciar un viaje a algunos lugares que me aguardaban. Citas con seres que nadie ve, con montañas que casi nadie escucha, con tumbas que ya se han olvidado. Regresé con muchas cosas, nada en la maleta, pero con muchas cosas. Gracias México.
Grabando el podcast 25 con Toby y Erick